Sevilla, 2019-2022
Proyecto y Dirección Facultativa: J2 edificación y desarrollo
Arquitecto, José María Rincón Calderón - Proyecto y Dirección de obra
Arquitecto Técnico, Javier Perales Martínez - Dirección de ejecución de la obras y coordinador de Seguridad y Salud
Equipo colaborador de proyecto:
Pablo Rubio Álvarez, Arquitecto
Carolina Prieto de la Viesca, Arquitecto
María Ángeles Morón Linares, Estudiante de Ingeniería de la Edificación
Sergio Santano Valero, Estudiante de Ingeniería de la Edificación
Estudio Duarte Asociados, Cálculo de Estructuras
Equipo colaborador de obra:
Pablo Rubio Álvarez, Arquitecto
Promotor: Archidiócesis de Sevilla y Parroquia de San Nicolás y Santa María la Blanca
Constructora: Kalam
Fotografías: Fernando Alda
Se plantea una adecuación de la crujía alta de la Iglesia de Santa María la Blanca con fachada a calle Archeros, un espacio construido a finales del XVII o principios del XVIII y que había albergado usos distintos y sucesivos (casa del párroco, sala capitular, casa del sacristán). Se proyecta una nueva escalera de acceso desde calle Archeros, que sustituya a la anterior, restaurar los sistemas constructivos y adecuar el espacio para destinarlo a una sala de exposiciones y conferencias y otra pequeña sala para custodiar y exponer el tesoro de la Iglesia.
El proyecto entiende Santa María la Blanca como un espacio de construcciones, oraciones y tiempos superpuestos desde hace 10 siglos y evoca las relaciones entre ellos, sumando una capa más desde una visión contemporánea. Y lo hace desde una lectura histórica, devocional, arquitectónica y constructiva del propio espacio, de manera que la intervención diseñada suponga un paso siguiente, consecuente y coherente con los anteriores.
El nuevo espacio proyectado y ejecutado recoge el recurso empleado en la gran transformación barroca de la Iglesia en la segunda mitad del XVII: el uso de bóvedas y yeserías que constituyen una segunda piel del templo (una suerte de gran telón barroco que dispone al espacio y a la persona para las celebraciones litúrgicas y la conexión con Dios), y trata de recuperarlo y manejarlo desde un punto de vista contemporáneo con idénticos objetivos que entonces: controlar el espacio, definir y caracterizar una atmósfera y favorecer una lectura del espacio conectada a la historia y espiritualidad de Santa María la Blanca.
Así, se generan dos sistemas de bóvedas de cañón, uno por sala. Estas bóvedas se ajustan a la cubierta inclinada, utilizándose además como cámaras por donde ocultar el paso de nuevas instalaciones. La bóveda de la sala de exposición cuando alcanza su límite con la nave de la epístola cierra el espacio abierto entre los machones de manera que da solución a las cuestiones térmicas, de ruido y de seguridad y permite, mediante la colocación de unos vidrios en ese plano, una mejor lectura de la altura de la nave, una conexión visual y una entrada de la luz tamizada de esos espacios.
El cromatismo de Santa María la Blanca es un hecho característico y central en la espacialidad de la Iglesia; y la nueva intervención trabaja alrededor de estas referencias, de oro y de nieve, con los morteros de cal, la barandilla de forja, las 332 baldosas de mármol centenario recuperadas o las vigas metálicas que refuerzan la estructura de las cubiertas del templo desde principios de este siglo, que se asumen e integran en el diseño del espacio, empleándose como soporte para transcribir textos relacionados con la historia de la advocación que da nombre a la Iglesia.
Como en la gran transformación barroca de Santa María, impulsada por Justino de Neve e inaugurada en el año 1665, se trabaja con artesanos, artistas y oficios que aportan su trabajo detallado, minucioso y entregado. Así, Manuel Caliani decora los vidrios que filtran la luz de las cubiertas con una interpretación contemporánea de la leyenda de la nevada en el Monte Esquilino que da origen a la devoción de Santa María la Blanca. Frem Estudio se encarga de decorar la puerta restaurada que da acceso al nuevo espacio principal, diseñada a partir de alegorías y metáforas marianas creadas generosamente para esta ocasión por siete poetas y escritores contemporáneos (José Julio Cabanillas, Jesús Cotta, Lutgardo García, Gonzalo Gragera, Carmelo Guillén, Francisco de la Puente-Herrera y Javier Rubio). Y todos los oficios, desde el primero al último, a cargo de la constructora Kalam, se suman a esta idea de obra esmerada y cuidadosa en el detalle con una intención común.